viernes, 4 de julio de 2008

Literaturatura en España (II): orígenes y desarrollo de las primeras formas.

Los manuales de literatura española nos dicen que en un principio la lengua árabe y la latina fueron las dos utilizadas como idiomas para hablar y escribir, dependiendo de la zona que se trate.

Durante el siglo XIII, Alfonso X fue un gran impulsor del castellano. Los Cantares de gesta fueron una de la primeras manifestaciones literarias de nuestro país. Del mozárabe tenemos las jarchas y del hebreo las moaxajas, formas poéticas derivadas de la cultura judía y la árabe.

En este siglo se escriben obras como el Poema de Fernán González y un poco más adelante, la que dicen que es nuestra mayor muestra de poesía épica (dinde se narran batallas, traiciones y juramentos): el Poema de MíoCid. Escritos en castellano antiguo, lo mejor para poder leer estos libros, sería encontrar una edición modernizada o adaptada a nuestras necesidades.





También en el siglo XIII aparece don Juan Manuel que redacta el Conde Lucanor, obra que trataba de enseñar y de ser útil: la sencillez que utiliza para escribirla, manifiesta su preocupación acerca de la transmisión y recepción: cuanta más gente pudiera leerla, mejor.

Gonzalo de Berceo y el Arcipreste de Hita, formaban parte del Mester de Clerecía, una escuela poética que utilizaba la lengua culta para escribir sus poemas: los Milagros de Nuestra Señora de Berceo y el Libro de Buen Amor del Arcipreste son dos de los mayores y mejores ejemplos que tenemos de estos dos escritores.







Además, aprecerían los romances, que esuna forma popular poética muy apreciada en nuestra historia literaria: de ocho sílabas y con una rima asonante (suave, ya que riman sólo los versos pares y las vocales). Un ejemplo sería el siguiente:

Romance del prisionero

Que por mayo era por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y canta el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a aservir al amor,
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión,
que ni sé cuando es de día
ni cuando las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba al albor.
Matómela un ballestero
déle Dios mal gallardón.

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