viernes, 31 de octubre de 2008

El Jardín, Montse y el mediodía.

El Jardín hace honor a su nombre en cuanto a aromas y contrastes naturales: en el barrio donde está la escuela, salimos del edificio hacia la derecha: nos encontramos un local de buena comida casera y gente de todo tipo: desde abogados a constructores, profesores de diversas enseñanzas, administradores, jefes, empleados, extranjeros que prueban, españoles que repiten y clientes que se mantienen fieles, con el periódico del día o comentando la política, la música o la situación laboral (el trabajo o "curro").

Montserrat es Montse, las cañas de cerveza que ella se toma muy de vez en cuando son las "cañitas sevillanas" y un menú es una comida de dos platos bien servida y con postre, acompañada con la bebida que nos apetece. Entre Montse y Sohora, la cocinera, elaboran platos ligeros como ensaladas de pulpo, ensaladillas rusas, croquetas, gazpacho, pastas, sopas, o más fuertes como el cus-cus (los miércoles, de pollo o de cordero), pescado, carne y lo que queramos, pues normalmente, el surtido de las diferentes tapas que hay es completo, pudiendo elegir "tapeo" o unos cuantos platos si tenemos más hambre (menú).

El desayuno, más o menos hasta las doce para los que duermen más, es un conjunto de cafés solos, cafés con leche, cola-caos, nubes, sombras, descafeinados... y unas tostadas catalanas o con manteca o mantequilla, patés o el típico aceite de oliva español: la gente prueba de todo porque necesita encontrar su primera comida ideal: los pequeños bocadillos (pitufos) mixtos o los bocatas "a medida" son preparados con cariño y esmero.

A partir de las doce es hora de la cervecita o el vino con la tapa antes de comer. Los trabajadores se encuentran tras terminar de "currar" y charlan, discuten y ríen, hasta las dos o las tres, hora en que se quedan o se van a casa. Por la tarde podemos tomar café en la terraza si hace buen tiempo, igual que comer o disfrutar de una noche marbellí, limpia y agradable, si las nubes lo permiten, lo que la mayoría de las veces es posible.

Además de "cascar", es decir, hablar, podemos jugar una partida de dardos y una pantalla enorme de televisión permite ver conciertos de música, partidos de fútbol y las noticias o programas de interés para quien tenga ganas de pasar un rato tranquilo. Por cierto, Montse es coherente, buena gente y del Betis (a diferencia de Manu, su hijo, que es del Barça forever): una charla con Montse es divertida e impredecible. Adora a los niños que comen mucho, es servicial y casi siempre tiene una palabra amable para quien se lo merece.

Montse dice que es un bar donde se podría escribir un libro de los diferentes personajes que lo visitan y las diferentes situaciones que se viven en él: una caña o un café es diversión asegurada en El Jardín.

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